La evaluación
sobre el comportamiento sexual del niño, publicada en el año 2009 por la
Academia Americana de Pediatría (AAP), apunta los factores clave que determinan
si el comportamiento sexual del niño es anómalo y, por tanto, requiere acudir a
la consulta de un especialista, ya sea un pediatra o un psicólogo. Estos
son: la intensidad (conductas sexuales más prolongadas o más breves)
y la frecuencia (número de veces que recurre a la conducta).
En
función de estos y otros factores, la AAP clasifica el comportamiento sexual de
los niños de dos a seis años en cuatro denominaciones, desde la normal hasta la
rara. Según esta clasificación, el comportamiento normal incluye, con una
frecuencia transitoria y no muy intensa: tocarse los genitales y masturbarse en
público o privado, mirar o tocar los genitales de otros niños y mostrar los
propios, acercarse o sentarse muy cerca de alguien o intentar ver los cuerpos
desnudos de adultos o compañeros.
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